23 de abril de 2009

Magdalena Bielska IV

Nadar en un mar cálido, ¿fue posible aquel momento?
(entonces pasado por alto)
En una playa fría completamente solo
te adentraste en el agua y pesada, encarnecidamente, nadaste mara adentro.
¿Seguro que no había nadie? olas, sol, una persona; pájaros, eso sí:
a lo lejos viste una línea ordenada de gaviotas con sus siluetas giradas contemplando
algo incomprensible, infinitamente pequeño o demasiado grande.
Y cuando empezaste ya a sentir aquel temor infantil, sudoroso, entonces, finalmente, llegaron:
una abuela gorda y su atormentado nieto, viste cómo nadan: ella de una forma patosa,
con unas infantiles alas hinchables en los brazos,
un gorro de baño amarillo;
él, enfadado, pensando en otras cosas.
Te vas aliviado.
A tus espaldas oyes un sordo murmurar, las hoscas respuestas del niño.

De Animales feos

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